CLARA CAMPOAMOR
1. Una
mujer que luchó a favor de la igualdad entre mujeres y hombres en España.
Una vida de lucha por
los derechos de las mujeres.
La Segunda República
Española, proclamada en 1931, supuso el mayor intento reformista en la historia
de España hasta aquel momento. Entre las propuestas progresistas se encontraba
la de extender el derecho de voto a las mujeres, una reivindicación liderada por
la abogada Clara Campoamor.
“Resolved lo que queráis, pero afrontando
la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política,
para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo
solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí
vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la
raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras”.
Era el año 1935 cuando Clara Campoamor
escribía estas palabras en El voto femenino y yo: mi
pecado mortal, una obra en la que exponía la lucha por el
derecho de voto de las mujeres y en la que había invertido muchas horas los
años anteriores. En diciembre de 1931 había sido aprobada la
nueva Constitución que reconocía ese derecho, un
triunfo logrado tras muchas dificultades y decepciones.
2. Nacida en Madrid el 12
de febrero de 1888, Carmen Eulalia Campoamor Rodriguez
conocida como Clara Campoamor tuvo que abrirse paso desde muy pequeña en una
sociedad especialmente dura para las mujeres: la muerte de su padre
la obligó a empezar a trabajar cuando apenas tenía diez años. Puede que fuera
esta desgracia, no obstante, la que la forzara a buscarse la vida y conseguir
un empleo público como profesora de mecanografía con solo 26 años.
Clara
Campoamor consiguió un trabajo como profesora de mecanografía con solo 26 años,
empezó a frecuentar los ambientes intelectuales madrileños y entró en contacto
con activistas feministas.
Fue precisamente en esta época cuando Clara
empezó a frecuentar los ambientes intelectuales madrileños y entró en
contacto con activistas feministas como la sufragista Carmen de Burgos.
También empezó a escribir para el diario conservador La
Tribuna, donde conocería a su futura compañera en las Cortes Españolas,
Eva Nelken. Todo ello despertó en ella el interés por la política y en
particular por la situación de la mujer. Empezó a colaborar en
diversas asociaciones feministas, dando conferencias y escribiendo para la
prensa.
Aunque el activismo feminista estaba
presente en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, se trataba
mayoritariamente de agrupaciones de carácter profesional y académico. La propia
Campoamor, que se había licenciado en Derecho y había sido la segunda mujer en
ingresar al Colegio de Abogados de Madrid después de Victoria Kent, participó
en la fundación de dos de estas agrupaciones: la Federación Internacional de
Mujeres de Carreras Jurídicas y el Instituto Internacional de Uniones
Intelectuales.
Sin embargo, en el panorama
legislativo la alternancia de liberales y conservadores en el gobierno
impedía la implantación real de medidas prácticas. Fue
por ello que Clara Campoamor tomó la decisión de dar el salto a la política con
el Partido Radical de Alejandro Lerroux. La influencia de sus compañeros
liberales la llevó a entrar también al mundo de la masonería, un hecho que
sería determinante para ella en un futuro próximo.
En las elecciones de 1931, que siguieron a
la proclamación de la Segunda República, las mujeres pudieron presentarse
aunque no votar. Campoamor resultó elegida junto con Victoria Kent, que se
presentó por el Partido Radical Socialista. Parecía su mejor oportunidad para
llevar los derechos de la mujer al ámbito legislativo. Sin embargo, sus propios
compañeros pronto la empezarían a mirar con recelo.
Campoamor
no luchó solo por el voto de las mujeres sino también por el divorcio y la
igualdad de los hijos e hijas nacidos fuera del matrimonio, además de la
abolición de la prostitución.
La primera lucha para lograr sus objetivos
fue la redacción de la nueva Constitución republicana. Las expectativas de
Clara eran ambiciosas y contemplaban no solo el voto de las mujeres sino el
divorcio y la igualdad de los hijos e hijas nacidos fuera del matrimonio,
además de la abolición de la prostitución. Incluso dentro de los sectores
progresistas, había la opinión de que no sería
fácil implantar cambios tan profundos en una sociedad muy machista e
influenciada por un catolicismo muy conservador,
especialmente en el medio rural. A pesar de ello, logró que se incorporara a la
Constitución una gran parte de sus demandas, salvo lo relativo a la
prostitución.
La batalla por el voto de las mujeres no
estaba del todo perdida, sin embargo, ya que finalmente se debatió en las
Cortes a finales de ese mismo año. En ese momento se evidenciaron los recelos y
el tacticismo de los partidos alrededor de su propuesta: más que defender u
oponerse a los valores del proyecto, muchos grupos estaban más preocupados del
beneficio electoral que podían sacar de ello.
A pesar de que el sufragio
femenino fue finalmente aprobado, Clara Campoamor no ocultaba su decepción por
lo que sentía como una traición de los suyos, el
Partido Radical al que se había unido por sus ideales republicanos. Con la
excepción de cuatro compañeros, su propio grupo le había negado el apoyo por
miedo a que las mujeres españolas, según ellos muy influenciadas por la
Iglesia, votaran mayoritariamente a los partidos conservadores -parte de los
cuales, por ese mismo motivo, votaron a favor.
Su
antigua compañera Victoria Kent opinaba que antes de legislar había que cambiar
profundamente la mentalidad de la sociedad española, o sus propuestas
fracasarían.
La mayor decepción para Clara, además de la
falta de respaldo de su partido, fue la oposición de su antigua compañera
Victoria Kent. Aunque ambas compartían ideales, estaban en desacuerdo sobre el
camino para aplicarlos: Kent opinaba que antes que legislar había que trabajar
mucho en el cambio de mentalidad de la sociedad española, o sus propuestas
fracasarían. Su enfrentamiento era un reflejo del miedo que había por la
fragilidad del proyecto republicano, en esos años previos a la insurrección
militar, en los que a menudo pesó más el cálculo interesado que los ideales.
Ninguna de las dos renovó su escaño en las
elecciones de 1933, aunque Alejandro Lerroux le
ofreció a Clara un cargo como Directora General de Beneficencia y Asistencia
Social. Sin embargo, dos decepciones más la llevaron a abandonar
definitivamente la actividad política: la alianza del Partido Radical con la
Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), ganadora de las elecciones
de 1933; y finalmente, la dura represión de la insurrección obrera en Asturias
en octubre de 1934.
Al estallar la Guerra
Civil Campoamor se
exilió en París, donde permaneció hasta 1955 trabajando como traductora. Sobre
ella pesaba el peligro evidente, tras la victoria franquista, de ser
republicana, feminista y lo peor a ojos del régimen, masona: por este último
motivo se abrió un proceso contra ella, en el que habría sido condenada a 12
años de cárcel de haber regresado a España. Posteriormente se
trasladó a Lausana (Suiza) para continuar con su actividad como abogada y allí
murió en 1972.
A lo largo de su exilio compaginó sus
empleos con la escritura de diversas obras sobre el feminismo y, en particular,
su experiencia en el ámbito político. En estas se muestra muy crítica con los
parlamentarios, especialmente con los republicanos, quienes considera que
obstaculizaron la mejor oportunidad que había existido para lograr una mayor
igualdad de género. Una oportunidad que el franquismo echó abajo junto con su
recuerdo, que solo en años recientes se ha recuperado a pesar de la gran
importancia que tuvo como pionera de los derechos de la mujer en España.
3. Clara Campoamor fue una mujer adelantada a su
época.
Logros:
a) Una carrera profesional y política dedicada
a los derechos de la mujer
Durante este tiempo
desarrolló un especial interés por la situación de inferioridad jurídica de la
mujer en un contexto social y político dominado por los hombres. Para luchar
contra estas injusticias, decidió dar un paso más y retomar los estudios. A la
edad de 32 y en solo cuatro años, entre 1920 y 1924 aprobó el bachiller y se
licenció en Derecho, convirtiéndose en la segunda mujer en incorporarse al
Colegio de Abogados de Madrid, tras Victoria Kent.
Paralelamente fue
desarrollando una conciencia política sustentada en un republicanismo liberal,
laico y democrático. Y con el advenimiento de la II República, en abril de 1931
vio la oportunidad de participar en primera persona en la construcción del
nuevo régimen.
B) La huella de
Campoamor en la Constitución de 1931
Campoamor fue también
una mujer pionera en sus trabajos parlamentarios: Fue designada como una de los
21 diputados que formaron parte de la Comisión redactora de la Constitución,
donde defendió con tesón, no solo el sufragio activo y pasivo de las mujeres,
sino la plena igualdad jurídica entre ambos sexos y la regulación del divorcio
o de la situación jurídica de los hijos ilegítimos… Y fue pionera también
porque fue la primera mujer sufragista en todo el mundo que defendió desde la
tribuna de un parlamento el derecho al voto de las mujeres.
Aunque el proyecto de
Constitución incluía el derecho al voto de todas las mujeres mayores de 23
años, la tramitación parlamentaria no fue fácil. El momento crucial se produjo
en el debate parlamentario del 1 de octubre de 1931 donde tuvo un enfrentamiento
dialéctico con la otra mujer presente en el parlamento. Victoria Kent era
defensora del derecho al voto, pero como otros diputados, veía la necesidad de
postergarlo. Frente a ella, Campoamor mantuvo la necesidad de reconocer el
derecho al voto sin restricciones y rebatió los argumentos que desde izquierda
y derecha se oponían.
C) Igualdad entre mujeres y hombre, lo cual le supuso un
coste político y personal
Finalmente, la
Constitución de 1931 reconoció el derecho al voto de las mujeres. Pero la
defensa del voto femenino tuvo para Campoamor un coste personal y político. En
las elecciones de 1933, las elecciones en las que las mujeres estrenaron su
derecho al voto, la candidatura de Campoamor no obtuvo el respaldo suficiente y
no consiguió escaño. Pero no abandonó la política, el Gobierno de Lerroux la
nombró directora general de Beneficencia, cargó que abandonó la poco tiempo.
En 1936 intentó de
nuevo regresar a la política de la mano de Izquierda Republicana, partido
promovido por Azaña, pero su admisión fue denegada. Ese mismo año Campoamor
publicó Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, obra en la que defendió su
lucha en favor de los derechos de la mujer, y también explicó su aislamiento
político posterior.
90 años después de la
aprobación del voto femenino, el espíritu de la obra de Campoamor impregna
nuestra democracia: La Constitución de 1978 recoge sin ambages la plena
igualdad en la participación política de hombres y mujeres. El número de
diputadas en el Congreso ha ido creciendo en estas cuatro décadas y las mujeres
están cada vez más presentes en todos los ámbitos de la sociedad. Y si bien
durante años Campoamor fue una “mujer olvidada”, su obra y su figura han
adquirido hoy el reconocimiento merecido.
Su
lema fue: “Si se quiere se puede”. Fue una mujer de pensamientos claros. Dio pasos
agigantados para que se aprobara el divorcio.
4.
Biografias: Fernández, Tomás y
Tamaro, Elena. «Biografia de Clara Campoamor». En Biografías
y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2022].
www.larazon.es, wwwlifeder.com
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